Cuando nos encontramos con esa persona en nuestro camino, lo sabemos. Se nos acelera el corazón, nos ponemos rojos, nos sudan las manos. Cuando estamos junto a ella, parece que levitamos. En su ausencia, sentimos unas ganas insuperables de ir a su encuentro. ¡Esto se llama amor! Y no es una cuestión de caprichos. Ni tampoco es una elección. Es una cuestión de ciencia.
Según la neuroimagen, una técnica que nos permite ver lo que ocurre dentro de nuestro cerebro, cuando estamos enamorados se activa el denominado “sistema de recompensa del cerebro”. Y su puesta en marcha genera una magnífica sensación de placer y euforia.
Este sistema hace que liberemos hormonas como la oxitocina, la conocida como “hormona del amor”. Un constituyente que, además, tiene mucho que ver en la fidelidad. Sí, la oxitocina genera en nosotros un fuerte apego y una necesidad de relación duradera con la otra persona.
Entregar regalos nos hace más felices, más aún que recibirlos. Así lo ha demostrado una investigación publicada en la Revista PLOS One.
La felicidad se intensifica cuando nos dan un beso. Que conste que no lo digo yo, lo dice la ciencia. Y es que cuando esto ocurre se libera dopamina, un neurotransmisor muy potente, que nos produce sensaciones placenteras, de relajación…
¡…Y de adicción! Necesitamos tener al lado a la persona amada. Una adicción muy similar a la que generan las drogas, que también atacan al sistema de recompensa del cerebro, cargándolo de dopamina.
Además, ¡el amor alivia el dolor! Al menos eso concluye un estudio de la Universidad de Standford. Al parecer, el amor activa las mismas estructuras neuronales que los analgésicos. Esto nos haría entender mejor las alteraciones que sufre nuestro estado de ánimo en las distintas fases de una relación.
Junto con el amor, hay otras situaciones que pueden estimular estas sensaciones placenteras. Entre ellas, la comida, el deporte, la novedad o, curiosamente, hacer regalos.
Entregar regalos nos hace más felices, más aún que recibirlos. Así lo ha demostrado una investigación publicada en la Revista PLOS One, que comprobó que incluso los niños muestran más signos de felicidad al dar un presente que al percibirlo.
En definitiva, la ciencia nos invita a intensificar nuestras relaciones sociales y a ser generosos. Siendo así, y aunque el amor se celebra cada día, ¿por qué no aprovechar San Valentín para hacerle un regalo a nuestra media naranja? Ya no por ella, sino por nosotros ; )
