Semana Santa es el momento idóneo para adentrarse en la sierra de Cádiz. La herencia andalusí convierte esta zona en una de las más bellas de España, aún a salvo del turismo masivo.
Riscos y sierras salpicadas de copos. Pero no hay nieve. Un viaje al interior Andalucía, de Cádiz, a kilómetros de la playa. A la búsqueda de una cordillera trufada de motas blancas. Un espacio donde la provincia gaditana se abraza con la de Sevilla. Los míticos pueblos blancos, pero los menos transitados. Los más genuinos. Lejos del rebaño turístico.
Este es un viaje propicio para Semana Santa. Cuando el calor aun permite la caminata. Cuando haraganear entre callejas no forma parte de un spot publicitario. Terraza, pincho del premiado queso payoyo y un vino blanco seco de la tierra. O un tinto, tanto da. Comer, beber y descansar con vistas al río Guadalete, antes de que desemboque en el Puerto de Santa María.
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Propuesta de ruta
Arrancamos la ruta en Arcos de la Frontera, probablemente, uno de los pueblos más bellos de España. Este municipio, declarado Monumento Histórico-Artístico, se alza sobre una escarpada peña de 96 metros de altura. Las vistas de las huertas y de las reses bravas que ocupan los campos que lo rodean resultan sobrecogedoras. La disposición de las casas bajas, enrejadas y encaladas delimitan calles serpenteantes, reflejo de una herencia andalusí.
A continuación recalamos en Olvera. Encaramado a un risco coronado por un pequeño castillo de época nazarí, su casco urbano deslumbra por su arquitectura. Buena muestra de ello es la iglesia de la Encarnación y el recoleto barrio de la Villa. Una visita aparte merecen los molinos y las cooperativas que, con creciente éxito, proliferan en esta localidad muy ligada al cultivo del aceite de oliva.
Antes de continuar el periplo conviene reponer fuerzas. El medio centenar de habitantes de Villaluenga del Rosario custodia un valioso tesoro gastronómico: el queso payoyo. De sabor fuerte, toma su nombre de las cabras autóctonas empleadas para extraer la leche. Este queso fue elegido como uno de los mejores del mundo en los World Cheese Awards de 2014.
Para terminar, un paraje onírico. El principal aliciente de Setenil reside en su propia fisonomía, moldeada por el cauce del río. La prodigiosa disposición de sus casas, encajadas en la concavidad de la roca, y la singularidad de su callejero lo convierten en uno de los destinos turísticos más demandados de la sierra de Cádiz. Y por si fuera poco, las terrazas techadas de las cuevas de las calles de la Sombra y del Sol ofrecen al viajero la posibilidad de sentarse al caer la tarde junto al paseo fluvial.
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Curiosidades
Abetos en Cádiz. La sierra gaditana de Grazalema conserva un tipo de abeto único en el mundo: el pinsapo. Es un superviviente de los primitivos bosques de coníferas extendidos por el Mediterráneo hace unos 20 millones de años. Su más cercano pariente resiste en las montañas del Cáucaso, en los Urales. El lugar más lluvioso de España. Ni Oviedo ni San Sebastián. La localidad blanca de Grazalema registra el mayor índice pluviométrico de España. Esto es así por la influencia de las borrascas y porque las montañas hacen un frontón con las nubes.
