En Palma se esconde un tesoro natural, esculpido en roca durante cientos de años gracias al efecto del mar: las Cuevas de Génova. Su explosión de color, sus formaciones abruptas y su riqueza mineral ya han convertido a este enclave en un imprescindible de los visitantes de la Isla.
Allá por el año 1906, cuando se buscaba agua para hacer un aljibe, se descubrieron las Cuevas de Génova, un conjunto de galerías rocosas unidas por pasillos de manera natural.
A lo largo de un kilómetro, se puede disfrutar de sus formaciones de origen calcáreo, teñidas de multitud de color por la acumulación de una gran variedad de minerales. Estos depósitos pétreos llegan hasta los 36 metros de profundidad. Y se pueden visitar íntegramente.
Las Cuevas están a tan sólo 5 minutos de Palma, en el barrio residencial homónimo. Y su recorrido puede dejar muy buen sabor de boca, no solo por la increíble belleza que reúnen, sino también por el menú mallorquín que se puede degustar en su restaurante. ¡Delicioso!
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